Carlos Páez Vilaró (Montevideo, 1 de noviembre de 1923 - Punta Ballena, 24 de febrero de 2014) fue un pintor, ceramista,escultor, muralista, escritor, compositor y constructor uruguayo.
Con 18 años viajó a Buenos Aires en 1941, para trabajar en una fábrica de fósforos y luego, en el sector de las artes gráficas. A los 20 años regresó a Montevideo donde, impactado por las comparsas de los barrios Sur y Palermo, y por el conventillo Mediomundo, se vinculó a la comunidad afrouruguaya y comenzó a colaborar en la preparación del desfile de llamadas, interiorizándose en el folclore negro. A partir de este acercamiento realizó varias obras pictóricas mostrando distintos aspectos de la cultura y de la vida cotidiana del afrouruguayo: llamadas, bailes, religiosidad, casamientos, nacimientos, velorios, etc.
Se casó en 1955 con Madelón Rodríguez Gómez y se divorció en 1961. Tuvo seis hijos: Carlos Miguel, Mercedes, Agó, Sebastián, Florencio y Alejandro (los tres últimos, de su actual esposa, Annette Deussen).
En 1958 empezó a construir Casapueblo la denominada por él mismo como una "escultura habitable" ubicada en Punta Ballena a 13 Km de Punta del Este. con el tiempo además de su hogar, el lugar se convirtió en taller y posteriormente también en hotel, siendo una de los atractivos turísticos del departamento de Maldonado en Uruguay. Según el propio Páez Vilaró "La construí como si se tratara de una escultura habitable, sin planos, sobre todo a instancias de mi entusiasmo. Cuando la Municipalidad me pidió hace poco los planos que no tenía, un arquitecto amigo tuvo que pasarse un mes estudiando la forma de descifrarla."
Además de la pintura incursionó en el cine en 1967, como coguionista de la película Batouk, dirigida por Jean-Jacques Manigot, largometraje de 35 mm en color de 65 minutos de duración. Los coguionistas fueron Aimé Césaire y Leopold Sedar Senghor que aportaron poemas. La película participó del Festival de Cannes de 1967.
Hasta hoy, día en que falleció, vivió y trabajó en Casapueblo, ubicada en Punta Ballena, a 13 km de Punta del Este, Uruguay.
La pintura de Carlos Páez Vilaró se nutre de un periplo inacabable de aventuras y desafíos. Tomando del paisaje y de las diferentes culturas todo aquello que lo impactó, y plasmándolo a su manera en cientos de cartones y telas, fue enriqueciendo su obra y tomando coraje para seguir batallando en la búsqueda del arte. Autodidacta, no le fue fácil sortear e ignorar reglas impuestas dentro de la pintura, para guiarse con total libertad y descubrir su propio estilo. Con el obstáculo como mayor estímulo, y con una brillante capacidad de producción, conquistó la admiración y el reconocimiento de las gentes. Expuso sus obras en museos y galerías del mundo entero. El destino quiso que en su andar se encontrara con grandes maestros como Pablo Picasso, Salvador Dalí, Giorgio De Chirico, Jean Cocteau, Jean Cassou, Alexander Calder o Andy Warhol entre otros, que lo animaron y estimularon cuando daba sus primeros pasos como artista fuera del Uruguay.
Páez Vilaró, seducido por la obra de su compatriota Pedro Figari, se inició en la pintura, en la década del 40, siendo los temas folklóricos de su país los que inspiraron sus primeros cuadros.
Escenas camperas, pericones, caballadas y yerras colmaron sus telas, hasta que la vida del afro uruguayo pasó a acaparar casi toda su producción, al vincularse al carnaval y sus comparsas lubolas.
Instalado en la pieza "Yacumenza" del conventillo "Mediomundo", un vetusto caserón habitado por familias de la colectividad afro-uruguaya,( hoy demolido), pintó decenas de cartones sobre el candombe, las lavanderas, los velorios o casamientos.
El vigor de su mensaje, la personalidad de esas obras, merecieron que fuera distinguido por el crítico Jean Cassou, Director del Museo de Arte Moderno de París, para realizar su exposición en Francia, en la Maison d´Amerique Latine en l956, en la Crane Kalman Galery de Londres y en la Organización de Estados Americanos en Washington.
Actualmente sus obras se exponen en el Museo-Taller de Casapueblo, entidad cultural fundada por el maestro, enclavada en los acantilados que miran al mar de Punta Ballena en Uruguay.
Páez Vilaró, seducido por la obra de su compatriota Pedro Figari, se inició en la pintura, en la década del 40, siendo los temas folklóricos de su país los que inspiraron sus primeros cuadros.
Escenas camperas, pericones, caballadas y yerras colmaron sus telas, hasta que la vida del afro uruguayo pasó a acaparar casi toda su producción, al vincularse al carnaval y sus comparsas lubolas.
Instalado en la pieza "Yacumenza" del conventillo "Mediomundo", un vetusto caserón habitado por familias de la colectividad afro-uruguaya,( hoy demolido), pintó decenas de cartones sobre el candombe, las lavanderas, los velorios o casamientos.
El vigor de su mensaje, la personalidad de esas obras, merecieron que fuera distinguido por el crítico Jean Cassou, Director del Museo de Arte Moderno de París, para realizar su exposición en Francia, en la Maison d´Amerique Latine en l956, en la Crane Kalman Galery de Londres y en la Organización de Estados Americanos en Washington.
Actualmente sus obras se exponen en el Museo-Taller de Casapueblo, entidad cultural fundada por el maestro, enclavada en los acantilados que miran al mar de Punta Ballena en Uruguay.
Allí, en Casapueblo, todos los atardeceres se realiza la ceremonia al sol desde 1994, donde se escucha un poema al sol escrito y leído por el pintor.
Fragmento de dicho poema:
Hola Sol...!
Otra vez sin anunciarte llegas a visitarnos.
Otra vez en tu larga caminata desde el comienzo de la vida
con tu panza cargada de oro hirviendo
para repartirlo generoso por villas y caseríos
capillas campesinas, valles, bosques, ríos y pueblos olvidados.
Hola Sol...!
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